tu amor un fakir,
mi cuerpo una aguja,
tu mente un tapiz.
Si las sanguijuelas no pueden herirte,
no existe una escuela que enseñe a vivir.
El ángel vigía descubre al ladrón
le corta las manos, le quita la voz.
La gente se esconde o apenas existe,
se olvida del hombre, se olvida de Dios.
Miro alrededor,
heridas que vienen,
sospechas que van y aquí estoy,
pensando en el alma que piensa
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OTRA DE MERCEDES |
y por pensar no es alma,
desarma y sangra.
No existe una escuela
que enseñe a vivir...